Un día como hoy de 1975 se publica el disco clave para entender la evolución de la escena punk neoyorquina
MARTIN MELLINO
‘Horses’, de Patti Smith, fue el puntapié inicial a un fenómeno que contaba con artistas de la talla de Ramones, Television y Blondie, grupos que asomaban buscando rejuvenecer el rock. Y era toda una declaración de principios, porque hasta que Patti Smith irrumpió en la escena, las figuras femeninas (a excepción de Janis Joplin), no tenían lugar asegurado y trabajaban bajo las reglas del patriarcado. Pero Patti no. Llegó y pateó el tablero. Con su impronta regia y potente se creó su espacio. La nena mala del rock había llegado. Y para quedarse.
A cada aparición Patti crecía en popularidad. Ella era una mezcla de Dylan, Jagger y Richards en versión femenina. Y su música era la reencarnación bastarda de la Velvet, los Stones, los Doors y los Stooges. Pero ‘Horses’ se convirtió en uno de esos debuts discográficos que dejan huella y que son difíciles de superar. Y a tal punto fue difícil, que ni la propia Smith pudo lograrlo. Sin este álbum, el punk no habría sido el mismo. Y Michael Stipe, Morrissey, Karen O y Julian Casablancas tampoco.
Su voz poderosa y expresiva, sus letras personales y un magistral acompañamiento instrumental (con invitados de lujo como John Cale y Tom Verlaine) colocan a ‘Horses’ como uno de los discos imprescindibles del rock.