A muchos les sonará absurdo lo que voy a decir, pero en un mundo en el que puedes acceder a cientos de miles de tracks en el momento que lo decidas, añoro la época en la que grabar cintas era una de las pocas opciones que tenía para escuchar mi música favorita.

Pero no es el método arcaico y poco práctico que tenía este formato de audio lo que extraño, sino todo lo que había detrás.

Fue a finales de los 90, en mi adolescencia, cuando gracias a un grupo de desmadrosos y poco aplicados en las labores académicas dentro del CCH Azcapotzalco, tuve mis acercamientos definitivos con el rock, el alternativo, el grunge y todos los géneros que tienen cabida en Quarter Rock Press. Ahí conocí a los Heroes del Silencio, Soda Stereo, Café Tacvba, Nirvana, Pearl Jam, U2, entre muchos otros.

En ese entonces el boleto del metro costaba 1.25 pesos (no tiene nada qué ver, pero es para que se pongan a tono con la época), y el Compact Disc empezaba ya a tener mucha fuerza, volviendo paulatinamente a los cassettes un formado rústico.

Recuerdo varias reuniones con aquel grupo de amigos, en las que cada uno llevaba los pocos CD's que tenía y armábamos hermosas compilaciones con sugerencias que realizaba cada uno. La tarea podía tomarnos varias horas y al final de la jornada, que acompañábamos de chela y botanas, del mismo cassette se hacían varias copias. Yo sólo llevaba dos CDs, el primero de Caifanes (conocido erróneamente como el Coyote, porque años después supe que la figura que ilustraba la portada era en realidad un Nahual) y el disco homónimo de Blind Melon. Esos dos discos, que recuerdo con muchísimo cariño, me dieron acceso a decenas de canciones que tenían mis otros compañeros

Años más adelante, cuando empecé a trabajar, las visitas al Chopo para conseguir CDs se convirtieron en mi nueva forma de acceder a la música, pero ésa es otra historia.

No importa de qué generación seas ni cuándo empezaste a escuchar rock, seguro tus primeros acercamientos con este género te habrán marcado.

PD: La realidad es que el formato de cassette es el peor en la historia de la música. ¿A quién no se le enredó alguna cinta?, la fidelidad era pésima y era un problema encontrar tu canción favorita. Quizás lo único bueno fue que, para ahorrar un poco de batería en el Walkman, con un bolígrafo y un cassette, en aquella época creamos los primeros 'spiners', eso sí que era relajante.