Mi primer contacto con él fue a los siete años de edad con la película 'Laberinto'. No la he vuelto a ver desde entonces, pero su muerte me regresó a ese día y volvieron los sentimientos de la primera vez que la vi y que “lo vi”.

He escuchado que la describen como una historia fantástica llena de personajes mágicos y mundos alternos. No, están mintiendo, nada más alejado de la realidad. No sé si a esa edad no registras que es ficción y te adentras de lleno en la situación, pero mi recuerdo es completamente diferente.

La trama te pone en un estado de impotencia y desesperación desde el primer momento. Y cuando “lo ves” como un 'Rey', con ese implacable poder y ese cinismo en su mirada, simplemente te quedas sin aliento. Ahí, justo ahí conocí el MIEDO en todo su esplendor. Ese tipo de sensaciones no te las puede dar cualquier persona. Y obviamente él no era cualquier persona. Era David Bowie. No era un actor haciendo su papel o un cantante divirtiéndose con la actuación, era "él" y lo que sientes la primera vez que lo ves es justo lo que él quería que sintieras en ese momento. Ese fue el mío.

Acabo de escuchar que harán una nueva versión de esta clásica película de 1986 y confieso que me parece presuntuoso que alguien pueda siquiera imaginar que podría igualar la perfección de su presencia en un filme. No lo hará. Y recuerden mis palabras.

Con 'Laberinto' perdí la virginidad del mundo rosa, de aquel en el que nada puede pasar y no tienes responsabilidades. Fue precisamente ese cuento mágico el que me sacó de mi burbuja infantil para enfrentarme a los problemas reales con los que hoy sigo lidiando... ¿Ejemplo? La consecuencia de mis actos en un momento de arrebato.

Gracias David.