Wembley 86’, más de 70.000 personas corean al unísono “Love of my life” dirigidos por el único frontman capaz de cautivar a las masas con su registro vocal, carisma y desplante escénico, su nombre es Freddie Mercury, vocalista de una de las bandas de estadio más importante en la historia de la música, Queen.

Cada vez que Freddie se paraba frente al público, lo involucraba en su interpretación como si hubiese un ensayo previo, la complicidad era admirable, casi fraternal.

Reconocido mundialmente por su entrega absoluta en los escenarios Mercury ha dejado una huella imborrable en las páginas de rock, records e himnos eternos que se quedaron para siempre en la retina musical, como su imagen.

Este 5 de septiembre cumpliría 70 años, pero su telón bajó para siempre en 1991 cuando el SIDA le dio muerte luego de una lucha que perdió.

Inigualable, irremplazable, sigue siendo fuente de inspiración para nuevas generaciones, y así será hasta el fin de los tiempos, porque reina hay una sola, su nombre era Freddie Mercury.