Escribir de música es mucho más que escuchar discos e ir a conciertos. Cuando era reportero del Diario Deportivo Récord (para su desaparecido suplemento de espectáculos) me tocó, por ejemplo, corretear a muchas estrellas de la música. En varias de esas persecuciones hice equipo con un fotógrafo al que apodan 'El Trapo'. Tenía un ojo privilegiado para inmortalizar músicos sobre el escenario, un olfato de sabueso y una determinación inquebrantable para hacerla de paparazzi… y un Beetle que sólo se movía porque su dueño firmó un pacto con el diablo. El vehículo estaba cubierto por un montón de calcomanías de bandas de punk (le gustaba mucho el género) y en su interior convivían dos o tres semanas de Récord acumulado, algunos tacos comprados semanas atrás llenos de gusanos, botellas de refresco y cerveza a medio tomar, kilos y kilos de ceniza de cigarro en el piso y los asientos, papeles varios de varias épocas, ropa, zapatos y -se jactaba orgulloso su dueño- un homeless que vivía en la cajuela.
Me gustaba mucho salir de cacería con 'El Trapo'. A bordo del 'Pedrito', como le decía cariñosamente a su bólido, conocí a muchas bandas de punk. 'El Trapo' cargaba con una colección de discos sin caja, rayados, la mayoría, y manchados de líquidos innombrables, que metía y sacaba del estéreo con una mano, mientras atendía el volante con la otra.
La primera vez que escuché a My Chemical Romance fue a bordo de 'Pedrito', lo mismo que a los 1208, a Turbonegro y a los Ataris. Sonaban a todo volumen mientras el fotógrafo y yo hacíamos guardias interminables afuera del hotel donde se alojaran The Rolling Stones, Oasis o Robbie Williams o mientras perseguíamos a toda velocidad (es un decir, porque el buen 'Pedrito' no era mucha la que podía alcanzar) la Suburban que transportaban a Madonna.
De esa época atesoro muchos recuerdos. La vez que esperamos durante ocho horas el avión que traería a Shakira al aeropuerto de Toluca fue una de las más divertidas y sufridas. No podíamos ir a comprar comida y agua so pena de que se nos escapara, así que nos conformamos con escuchar punk hasta que casi se bajó la batería del Beetle. Al final, la colombiana nunca se dejó ver, pero encontramos una tanga de mujer usada en el terreno baldío donde nos habíamos atrincherado.
Otro día, por salir corriendo detrás de Robbie Williams nos fuimos sin pagar los tacos de un puesto situado delante del Hotel W, donde dormía el británico, por lo que el taquero nos alcanzó a nosotros, antes de que nosotros pudiéramos tomarle una fotografía al ex Take That.
En la mejor de aquellas expediciones periodísticas no acompañé al 'Trapo'. Iba con él otra reportera y amiga, Azul del Olmo. Juntos tenían la encomienda de ir tras U2 hasta el rancho de Jaime Camil, situado en algún punto del Estado de México, adonde la banda y el actor se reunirían para disfrutar de una carne asada. Azul me contó que no perder de vista las camionetas en la ciudad no fue tan complicado, gracias al intenso tránsito, pero una vez que atravesaron la caseta de Toluca estas pisaron el acelerador a fondo. 'Pedrito', a duras penas, alcanzó los 80 km/h, por lo que hasta un bocho lo rebasó por la izquierda. Sin embargo, mi amiga y el 'Trapo' dieron con su objetivo y encontraron el rancho.
Durante más de una hora, el fotógrafo se arrastró entre la maleza, saltó bardas y hasta trepó a la copa de un árbol para lograr la fotografía. Al final, uno de los guardaespaldas de Jaime Camil le informó que su jefe lo esperaba en la entrada de la propiedad.
- Mira brother, U2 y yo tenemos un buen rato viéndote hacer malabares para tomarles fotos. Te has caído, tropezado, llenado de tierra y bueno, estamos muertos de risa. Te voy a dejar que les tomes unas cuantas más, pero por favor, échale más ganas para que no te vean. Digo, Bono está acostumbrado a tratar con The Enquirer y puros paparazzis a los que no se les ve ni el polvo…
Al final, el 'Trapo', como siempre, trajo las fotografías de U2 y se llevó la portada del suplemento. De hecho, en las oficinas de Ocesa en el Palacio de los Deportes tienen enmarcada una fotografía de su autoría, creo, que de un concierto de Shakira.
Cuando me acuerdo de 'Pedrito' y el 'Trapo', sonrío al pensar que hay quienes se les acaba la vida si no consiguen entrar a la valla del festival mexicano Corona Capital.