DIEGO DURRUTY - Periodista y Columnista
(@diegodurruty)
La semana en París estaba a punto de finalizar. Aunque este viaje de trabajo tenía una nutrida agenda me hice tiempo para conocer lo que todos quieren conocer cuando están en París: la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y el Museo del Louvre, entre otros hermosos lugares. Para el final dejé el cementerio Père-Lachaise. Es que no podía irme de Francia sin, al menos, presentarle mis respetos a Jim Morrison.
Situada en el número 16 de la Rue du Repos, en el XX Distrito, la necrópolis cubre 93 hectáreas. Las miles de tumbas -según dicen hay 300.000 personas enterradas allí- están rodeadas por más de 5.000 árboles que le aportan una impronta más cercana a la de un parque que a la de un camposanto. Y es por eso que los parisinos lo usan como tal.
La peculiaridad que tienen Père-Lachaise es que allí descansan centenares de personas famosas. Además del Rey Lagarto están sepultados Edith Piaf, María Callas, Marcel Camus, Frederic Chopin, Oscar Wilde, Gioacchino Rossin, entre otros.
Aunque pude conseguir la ubicación exacta de la tumba de Morrison mediante un folleto, el entramado de caminos del cementerio hizo que la tarea para ubicarla no fuese sencilla y se extendiese durante un par de horas. De todas formas, la búsqueda fue acompañada por otros descubrimientos y por el asombro de los ornamentos y arquitectura de buena parte de los panteones.
Cuenta la historia que el cantante de The Doors había llegado a París de vacaciones junto a su novia Pamela Courson. La bella capital francesa fue sin quererlo -o tal vez sí- el escenario de su extraña muerte. Pamela lo encontró sin vida el 3 de julio de 1971 en la bañera de su departamento en el barrio de Le Marais. Según el acta de defunción, el cantante falleció por un paro cardíaco. Pero hay otras versiones como que murió de sobredosis de heroína en el club nocturno Rock 'n' Roll Circus y luego fue trasladado a su casa. Aunque también están los que afirman que Morrison fingió su muerte para escapar de la fama…
Su tumba se encuentra en la división 6 y no se destaca a simple vista. Es pequeña y sobria y está casi perdida entre otras de mayor tamaño. Tiene una placa de bronce con el nombre James Douglas Morrison y la frase “Kata ton daimona eaytoy” (“De acuerdo con su propio espíritu”, en griego clásico). Hay una vaya de metal que mantiene alejados a los visitantes en una clara muestra de que es una de las “atracciones” de Père- Lachaise. Aunque las medidas de seguridad no son suficientes como se comprueba con la inscripción con una Sharpie de un tal Franco Zuccuolo que le escribió “gracias Jim”…
Hasta 1990 en la parte superior había un busto del frontman de The Doors, pero alguien decidió robarlo por algún motivo desconocido. Cuando llegué había un grupo pequeño de personas. Algunos sacaban fotos y otros, simplemente, la admiraban. La lápida estaba llena de flores y algunas velas. Dicen que de tanto en tanto aparecen botellas de whisky y cigarrillos como para que el tributo sea más afín con las costumbres que tenía Morrison en vida.
Me acerqué y tomé algunas fotos, de un lado y del otro. Esperé a que la gente se fuera y con la voz temblorosa le canté la primer estrofa de The End: “This is the end / Beautiful friend / This is the end / My only friend, the end…”. Pegué media vuelta y me fui en busca de la salida. Ya le había dado mis respetos, nada más podía hacer allí.