Hablar de un genio musical, (como lo veo) no es tarea fácil, aunque tengo la dicha de estar al frente de un micrófono, que busca seguir siendo parte de la historia de la banda musical más influyente de Latinoamérica (Soda Stereo) es muy complicado. Hablar desde la perspectiva como fan y como locutora, es buscar una balanza entre las dos cosas, porque uno puede desbordarse; sin embargo, debo decir que escribir de Gustavo Cerati, es una de las tareas que más me gusta. El indagar, compilar información, investigar, e involúcrarme, con su cultura, con su música, con cada una de las canciones, de los discos, incluso, tratando de entrar a su vida personal, a través de sus amigos, ha sido una aventura divertida, sincera y sobre todo, en cada uno de los intentos por saber más, descubro en el camino, cosas que no andaba buscando.

Hoy, Gustavo Cerat, el genio musical, el músico, el padre de familia, el amigo, el creativo, el experimental, cumpliría 57 años, y desde mi trinchera, esta columna y la radio, rindo un homenaje, a una de las almas que más me ha hecho creer en la magia, en la música, en el rock, como forma de vida y sobre todo en el amor. Es por ello, que hoy, comparto con ustedes, ese gran día en que descubrí a Cerati y cómo, sin saberlo, estaba cambiando mi vida.

Hace ya varios años, escuchaba a mi padre corear con mis tíos un cassette amarillo que se peleaban todos. A veces, el cassette nos acompañaba en la casa, o en el auto; otros días, lo veía en casa de los abuelos, y lo traían mis tíos en los Walkman. Un día, mi papá lo dejo en el auto y mi hermana mayor, quien en ese tiempo era adolescente, lo robó para ir a una fiesta, y fue un gran hallazgo aquel robo; primero, porque no la dejaron ir a esa fiesta y segundo, porque me tocó aguantar su adolescente humor en el estudio de la casa, pero pudimos por fin escuchar juntas el tan famoso y codiciado cassette amarillo. Y ahí, fue donde tuve el primer pensamiento sobre Soda Stereo.

Lo primero que pensé fue que quería saber quién era esa voz, quería saber cómo se llamaba la voz, que hasta la fecha, se ha convertido en un eco, que sigue retumbándome en la cabeza, a veces de manera muy profunda y a veces de la manera más angelical. Sin más, quedé enamorada de las letras y de la música. Repetía una y otra vez 'Canción Animal', aunque con los años, ha tomado diferentes sentidos, y sigue siendo una de mis canciones favoritas.

En ese entonces, cuando trataba de aprenderme todo ese cassette, todavía no sabia cómo se llamaba la banda. Mi papá, quien me vio muy interesada en la música y en el cassette, nos compró a mi hermana y a mí, unos Walkman, amarillos para que combinaran con el cassette, pero nadie me decía cómo se llamaban los integrantes, ni quienes eran.

Pasó el tempo y dejé de obsesionarme con la idea de saber quiénes eran. Luego conseguí otros cassettes, de música en español, de otras bandas, como Los Prisioneros, Serú Girán, La Máquina De Hacer Pájaros, y así pasaron los meses y llegó mi cumpleaños, el número 13. Mientras partía mi pastel, mi papá me vio desde el otro lado de la mesa y me dijo, casi como un susurro, se llaman Soda Stereo. Yo sonreí como solo podía sonreírle a mi papá, con complicidad, porque en ese momento nuestro cassette amarillo, empezó a sonar en el stereo de la casa.​

Hoy, solo me resta darle las gracias, al más importante músico que pude descubrir, en la pubertad y que hasta ahora, me sigue acompañando, ya no como una simple melodía de fondo, sino como parte de mi vida, de mis domingos, de mi historia profesional, y sobre todo, haciéndome uno de los seres humanos más felices.

¡Feliz cumpleaños Gustavo Cerati! Aún sigues vivo.